“Ando cojo, me falta tu sereno juicio y tus apasionados besos. Dios quiera que algún día estas excursiones artísticas las hagamos siempre juntos“. Esta confesión forma parte de las misivas que Joaquín Sorolla le enviaba a su mujer y musa, Clotilde García del Castillo, y que hemos cotilleado en nuestra visita al Museo Sorolla.
Desnudo de mujer, 1910 |
Esta vez visitábamos la Casa Museo de Joaquín Sorolla, con ocasión del homenaje que se está rindiendo a su mujer, Clotilde, a través de la exposición “Clotilde de Sorolla”. En total se exhiben 34 lienzos, 15 notas de color y 40 dibujos que el artista valenciano realizó de su mujer. También se presentan 49 fotografías, varios objetos personales como una camisa de Clotilde, algunas de sus joyas, e incluso una pequeña libreta en donde Clotilde recogía las obras vendidas de su marido y el precio alcanzado en 1909.
Todo esto está colocado en la primera planta del Museo, que correspondía a la zona privada de este edificio de corte clásico, que en vida del matrimonio fue vivienda y taller, junto a un magnífico jardín inspirado en Granada, que el pintor supervisó hasta el último detalle.
Conforme avanzábamos por la exposición íbamos conformando en nuestra mente la figura de Clotilde, como compañera, musa y madre, y hemos vivido su relación y amor constante con Joaquín Sorolla. Clotilde y Joaquín se conocieron siendo casi unos niños, y vivieron una historia de amor que discurrió en paralelo a los continuos viajes del pintor, la llegada del éxito y su ascenso social.
Clotilde actuó como administradora del pintor. Para todo era muy organizada y práctica. En las respuestas de Clotilde a las cartas de Joaquín Sorolla, hemos visto el punto de vista de una mujer dedicada a su hogar, a la que no le interesa aparecer en la vida social del artista. Y es que Clotilde siempre apoyaba a su marido y jamás le abrumaba con sus peticiones.
La exposición se estructura en cuatro ámbitos: Intimidad, La Musa, La mujer del gran artista, y La fundadora del Museo. En esta última etapa se refleja la enfermedad del pintor, su muerte y la donación al Estado con la fundación del Museo, culminación de la historia de amor entre Sorolla y Clotilde.
La intimidad. Este ámbito abarca desde el noviazgo hasta 1900. Son los primeros años del matrimonio en Italia. El nacimiento de los hijos y la vida familiar son captados con amor y con humor por la mirada aguda el pintor.
En esta época, en que Sorolla no era todavía el gran artista de fama internacional, la casa y la familia son motivos constantes de inspiración. Disfrutamos de obras en las que se ve a Clotilde mirando por la ventana, cosiendo o con alguno de sus hijos y, sobre todo, leyendo; de lo que se deduce que o bien era una gran aficionada a la lectura, o era una manera cómoda y descansada de posar (o ambas cosas a la vez).