Almanaque
Monach Guiclán, ingenioso matemático y astrónomo bretón del siglo III, escribió una obrita que contenía el número del año, el principio de las estaciones, las fases de la luna, los eclipses y otros datos astronómicos. Tituló su libro Draconón, en su idioma, Calendario.
Aunque no fue el inventor de los calendarios, pues ya los conocieron egipcios, griegos y romanos. La originalidad del Draconon, por sus datos y curiosidades, mereció la aceptación del público. Ello le obligó a componer uno cada año. Al cabo de varios años, el largo título de “Draconón al (por) Monach”, la gente lo redujo por el Al Monach. Y de aquí -de almonach- derivaría nuestra palabra almanaque.
Joan Corominas no confirma esta curiosa historia y hace derivar dicha palabra del árabe hispano al-manâj, que significaba almanaque, calendario. Que tiene, a su vez, origen en el árabe vulgar manâh, que significaba parada de viaje, descanso. Este valor se aplicaba también al viaje que realiza el sol, de manera que adquirió el significado de “signo del Zodíaco”, época del año.
Calendario
Los romanos denominaban kalendas al primer día del mes, día en el que se debían cobrar intereses y pagar alquileres. Kalendarium significaba simplemente registro, libro de cuentas de un prestamista. Para designar el calendario se usaba la palabra fasti. Y ¡vueltas que dan los idiomas!, se olvidó la palabra fasti, que hubiera dado en español fastos, y se consagró calendario.
Y como el calendario romano (fasti) anotaba, además de los meses, los días festivos, los juegos y datos memorables, dio en español fastuoso: ostentoso, hecho con lujo, y también fausto: feliz, afortunado.
Viejos refranes
Sobre el tiempo:
Año bisiesto, ni cuba ni cesto. Afirmación supersticiosa que aludía a la escasez de vino y de cosecha, en los años bisiestos.
Año de brevas, nunca lo veas. Daba a entender que el año en que abundaban las brevas resultaba escaso en otros frutos.
Año de gamones, trigo a montones. La abundancia de esta liliácea silvestre anunciaba tiempo atmosférico propicio.
Año de nueces venga mil veces. De la nuez se afirmaba: “Quita el mal aliento, clarifica la vista, conforta el estómago y borra las máculas del rostro”.
Año de ovejas, año de abejas. Si el tiempo era bueno para el ganado por la abundancia de hierba, también lo era para las abejas, por la abundancia de flores.
Año de siete, deja España y vete. Mucho antes que lo fuera el número trece, la superstición maléfica se creó en torno al número siete, en todo Occidente.
Aprovecha el tiempo; y sino, al tiempo. Sabio refrán aplicable también hoy. Recomienda sacar a los días su provecho y no desperdiciarlos, porque si no, llegará la hora de lamentarse.
Citas de autores españoles sobre el tiempo:
Bien pasado está lo pasado. (Benavente).
El tiempo somos nosotros y no es posible detenerlo. (Buero Vallejo).
No olvidéis un instante que es quedarse atrás no ir adelante (Campoamor).
A siete años de un suceso, el suceso ya es otro. (Cela).
No hay recuerdo que el tiempo no borre. (Cervantes).
Nadie puede cambiar su pasado, pero todo el mundo puede contarlo al revés (Noel Clarasó)
Por la calle de “después”, se llega a la plaza de “nunca”. (P. Coloma)
Permitamos que el tiempo venga a buscarnos, en vez de luchar contra él. (Delibes).
En lo pasado está la historia del futuro. (Donoso Cortés).
Eso tiene el vivir aprisa, que las tempranas mocedades ocasionan anticipadas vejeces. (Gracián).
El tiempo, barrendero de ilusiones. (Gutiérrez Nájera).
Para el hombre laborioso, el tiempo es elástico y da para todo. Sólo falta el tiempo a quien no sabe aprovecharlo. (Jovellanos).
Ninguna siembra dejan
las horas malgastadas
y cuando a morir tocan
no puedes recobrarlas.
(Marquina).
Cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el porvenir sin conocerlo. (Quevedo).
No anheles impaciente el bien futuro: / mira que ni el presente está seguro. (Samaniego)
Aurelio Labajo
Filólogo