Santa Claus
En el siglo XI, los restos del obispo de Mira, san Nicolás, muerto en el año 326, fueron trasladados a la iglesia de Bari. Fue un buen momento para recordar la vida generosa del santo, famoso por sus obras de caridad con los enfermos, sus limosnas a los pobres y su amor a los niños. Muy pronto, toda Europa honró a san Nicolás: Rusia y Grecia lo proclamaron su patrono; en Holanda, el día de su fiesta, 6 de enero, los niños que se habían portado bien recibían regalos de sus padres y familiares. El nombre latino de Sanctus Nicolaus fue transformado por los holandeses en Sinterklaas. Y de aquí, pasó a Santa Claus. Pero siempre como obispo generoso.
El Santa Claus vestido de rojo, cruzando los aires en un trineo tirado por renos, para dejar regalos a los niños la noche de Navidad, tiene su origen en la ilustración caricaturesca de un viejo poema, aparecida en el Harper’s Illustrated Weekly, en 1563.
Dicho Santa Claus, con barbas blancas, campanilla y saco a la espalda, colgado de los balcones, recibe también el nombre de Papá Noel (Papá Navidad).
Nosotros, los españoles, sigamos con nuestros tradicionales Reyes Magos.
Lotería
Con varios meses previos a la Navidad, se pregona la lotería. Cuentan los historiadores que ya en las fiestas saturnales, que se celebraban a mediados de diciembre, se distribuían billetes entre los asistentes y se rifaba un premio.
La palabra lotería ¿deriva del italiano lotta (lucha), porque parece que el jugador lucha contra la fortuna, o del alemán lott (suerte)? Ninguna de las dos etimologías es segura.
Celestino Galiani, monje benedictino napolitano, fue quien introdujo la lotería en España, mediado el siglo XVIII.
Corbata
Los medios periodísticos y televisivos destacaron como lo más sobresaliente de la actividad parlamentaria del Congreso, en la última semana del pasado mes de julio, la confrontación por uso de la corbata, entre el presidente de la Cámara, José Bono, y el ministro de Industria, Miguel Sebastián.
El “sincorbatismo” se ha instalado en el Parlamento y en el Senado, no en razón del calor ambiental, sino como distinción de izquierdismo político. Algunos diputados y senadores olvidan frecuentemente que son representantes del pueblo español. Y tienden a comportarse como simples representantes de su propio partido.
La corbata es una prenda exigible en actos oficiales y académicos, porque da distinción y elegancia a quien la lleva.
El origen y a etimología de la corbata son curiosos. Los primeros en usarlas, como distintivo grupal fueron los croatas o “chorwatas”, esto es: “hombres de montaña”. Eran gentes vigorosas que dieron soldados valerosos. Al rey francés Luis XIII, en guerra contra España, le aconsejaron que contratara un destacamento de croatas, para que fortaleciera a su ejército en declive.
No quedó defraudado: el cuerpo de croatas participó en primera línea en numerosos combates, y su fama de valientes se extendió en todo el país. Los “cravates”, así eran conocidos en Francia, usaban una prenda curiosa: alrededor del cuello, llevaban una tira de tela de variados colores cuyas puntas colgaban sobre el pecho. Contaban ellos que dicha tela era recuerdo de que en una batalla contra los turcos, hicieron trizas sus propias banderas, se repartieron entre los soldados las tiras y, así, cada uno defendió bravamente su trozo de bandera.
La prenda de los soldados “cravates” agradó a la nobleza francesa, y pronto muchos gentiles hombres lucieron como cintas o como lazos sedas de colores. La moda se extendió por toda Europa y el nombre de dicho adorno se tomó del francés: cravate, en alemán; cravat en inglés; cravata, en portugués, y cravatta en italiano. Y corbata, en español.
El buey y la mula en el refranero
Tiene el buey en la lengua. Refrán antiguo, olvidado. Se aplicaba al testigo o juez comprados. Lo usó Cervantes en una de sus Novelas ejemplares. En cierta moneda ateniense figuraba un buey.
El buey suelto bien se lame. Alude a las bondades de la libertad, de la autonomía, de la independencia. Se lo soltó Sancho Panza a don Quijote.
Habló el buey y dijo “mu”. Se aplica a los necios que, mientras callan, pasan por discretos, hasta que dan su opinión disparatada y se descubre su ignorancia.
Como la mula de Chaparro. Se decía de quien era extremadamente delicado y propenso a coger todas las enfermedades.
Dar lo mismo macho que mula. Se dice de quien desbarra y confunde las cosas. Algo así como “dar lo mismo so que arre”, “dar lo mismo a tuertas que a derechas”.
Ser más terco que una mula. Se aplica a quien es cabezota y porfiado. Carlos III se lo aplicó al Conde de Aranda. El de Aranda no se calló: Señor, yo conozco a alguien más terco de las mulas manchegas y que yo mismo: la augusta y sacra majestad del Rey de España y de sus Indias.
Aurelio Labajo
Filólogo