jueves, 22 de septiembre de 2011

Hacia el quinto Evangelio (I)

Dios, Tú eres mi Dios. Por ti madrugo…me cobijo a la sombra de tus alas…mi alma se adhiere a ti y tu diestra me sostiene. Salmo 62

Peregrinos madrugadores, anhelantes, decididos, salimos de Madrid hacia Tel Aviv. Es domingo, 19. Somos 44. Es un día de encuentros, saludos, trámites y vuelo al aeropuerto de Ben Gurion.
Llegada a Nazaret, Casa Nova nos acoge. Nos instalamos, cenamos y celebramos la primera eucaristía en estas tierras. Ya en la habitación abro la ventana y tengo la basílica de la Anunciación iluminada, es la mejor bienvenida.

Y el Verbo se hizo carne…día primero y los peregrinos vemos que el viaje es bueno. El viajar y el mudar de lugar recrean el ánimo. Séneca

Lunes, 20

Cuando amaneció, muy temprano, ya el almuédano cantaba BISMI ALLAHI,
En nombre de Alá-Dios. En Nazaret para los cristianos todo lo preside la basílica de la Anunciación. Allí Dios pidió colaboración a María para que fuera su madre y por su sí se encarna, se hace hijo-hombre y salvador. Allí nos alimentamos con el pan del cielo. En la gruta de la encarnación resuena que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Esta eucaristía nos congrega y vincula estrechamente a María y a Jesús.

La visita al Poblado Evangélico despierta el interés arqueológico y la iglesia de San José, de la Sagrada Familia, habla de amor y trabajo. Podríamos acercarnos a Sépphoris (Cipori) donde vivieron Joaquín y Ana y posiblemente nació María, pero sólo pasamos cerca. Para los amantes del arte allí están los mosaicos dedicados al culto de Dionisos-Baco y el medallón de la Mona Lisa de Israel o Gioconda de Galilea.
Paseamos por el zoco. Estuvimos en la Sinagoga donde Jesús proclamaba su palabra e interpretaba el texto de Isaías, donde nuestros corazones aún pueden imaginar y oír que resuena su voz.

Y con la boca seca nos acercamos a la fuente de María, manantial único en Nazaret; según los apócrifos allí María recibió el primer anuncio del Ángel y turbada se marchó a casa. Por ello la iglesia ortodoxa en ese lugar se llama del Arcángel San Gabriel. Y quiero hacer referencia especialmente al grafito más antiguo anterior al año 324 que dice: Ave María, expuesto en el Museo.

Caná de Galilea nos transporta a las palabras de María Haced lo que Él os diga (Juan 12, 1-12) en el marco de una boda donde se realiza el primer milagro, cambiar el agua en el mejor vino. Por ello los cuatro matrimonios peregrinos renovaron sus promesas de fidelidad y brindamos para celebrarlo.

Tengo que recordar la curación del hijo del funcionario real (Juan 4, 46-54) y no puedo olvidar la iglesia de Natanael, el apóstol San Bartolomé (Juan 21, 2)
Nos acompañan el color y la belleza de las flores de un otoño que está a punto de estrenarse. Israel sugiere por la forma de su territorio una lira y estoy segura que sabremos arrancarle la mejor melodía con la oración y la amistad.

Disfrutamos de la moderna, tolerante e industrial Haifa cuyo nombre aparece en el Talmud en el siglo IV después de Cristo, es la deformación del hebreo que significa Costa Hermosa, si bien otros dicen que es la transformación de Caifás.

Podemos contemplar los jardines de Bahai (1953) y el mar con la espléndida bahía que tiene enfrente San Juan de Acre. Pero nuestro objetivo es la cueva bíblica del profeta Elías donde se refugió cuando le perseguía el Rey Acab. La iglesia que la alberga es Stella Maris en el Carmelo. En ella están cuatro pilares de santidad, nuestra abulense Teresa de Jesús, nuestro poeta místico San Juan de la Cruz, la rosa de Galilea, carmelita de Belén, beata María de Jesús Crucificado y Santa Edith Stein. Allí se fundó la orden carmelita cuya regla fue aprobada en el año 1214 y en 1230 se difundió el escapulario carmelitano tras la visión mariana de San Simón Stock.

Dicen que Haifa es la ciudad más verde de Israel y en la que se trabaja mientras en Jerusalén se reza y en Tel Aviv se divierten. Pudimos comprobar que tiene una situación de privilegio por eso tantos pueblos han querido conquistarla.

Pedid y recibiréis… día segundo y los peregrinos vemos que el viaje es bueno.
Viajar es imprescindible y la sed de viaje es un síntoma neto de inteligencia. Jardiel Poncela.

Martes, 21

La salida hacia el monte de las Bienaventuranzas es gozosa y el cielo radiante permite la celebración de la eucaristía en un repecho del monte. Bienaventurados todos los que lo vivimos y más bienaventurados si logramos un corazón limpio para poder ver a Dios. La iglesia de la Beatitud de basalto negro es obra de Barluzzi (1937), desde allí se ve el lago de Tiberíades.

Ya la peregrina Egeria en el año 380 menciona este lugar. A través de los siglos sabemos que el Sermón de la Montaña es alimento en la tierra y esperanza para el futuro. Es síntesis total de espiritualidad. TABGHA es la transformación del término griego, Siete Fuentes. La descripción de Egeria fue fundamental para la investigación arqueológica y, como española, me llena de alegría. Pero lo fundamental es la roca sobre la que Jesús puso los panes y los peces, el milagro de la multiplicación. El privilegio es ver con nuestros propios ojos el mosaico que lo refleja, obra anónima que armoniosamente combina las teselas como firma que acredita lo que allí sucedió.
Y descendemos junto al lago donde está la iglesia del Primado de Pedro.

Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan ¿me quieres? Y Pedro responde: Sí, Señor, Tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis corderos. Por segunda vez: Simón, hijo de Juan ¿me amas? Pedro respondió: Sí, Señor, Tú sabes que te amo. Jesús le dijo: apacienta mis ovejas. Por tercera vez Jesús le pregunta: ¿Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se entristeció y dijo: Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. (Juan 21, 15…) Esta triple confesión es el poema de amor evangélico por excelencia, perfecto. Es la emoción del corazón que ama. Y eso es lo que representa el santuario del Primado de Pedro, signo, símbolo y realidad de amor.

Allí esta la roca Mensa Christi, el Señor entre pescadores junto a nosotros. Y Pedro queda confirmado: roca, piedra, cabeza y sucesor de Cristo. Tú eres Pedro y sobre esa piedra edificaré mi iglesia.
Y a poca distancia está Cafarnaum. Seguro que allí vivió Jesús en casa de Pedro y cierto que predicó en la preciosa sinagoga blanca, de mármol, donde curó al endemoniado. ¡Qué privilegio seguir y vivir todos estos caminos! Y disfrutar de las flores del campo, de la sombra de los árboles, de la belleza, de los mensajes evangélicos, del Amor.

Para los judíos compartir mesa es compartir vida y así fue para notros en aquellas tierras, mesa, oración, vida. Algunos “sansones” también compartieron tirar de la silla de ruedas con Alicia escayolada.

El paseo en el Magdala, barco que lucía la bandera de España y la de Israel nos emocionó cuando en pleno lago paró los motores y sólo reinaba el silencio ¿es más fuerte el silencio que un murmullo, que un ruido sordo, que un grito intenso? ¿Contradicción? ¿Paradoja de nuestra condición humana? Nos faltó pescar los peces de San Pedro que algunos comimos en el kibutz Ein Gev, Perla de Galilea.

El Río Jordán es la frontera natural con Siria. Israel depende de este río que desemboca en el mar de Galilea o lago de Tiberíades y acaba en el mar Muerto.

El agua del Jordán es deseada para bautizar ya que Jesús fue bautizado en ella por Juan, el Precursor, cerca de Jericó. El agua es vida y purificación. Este acontecimiento sucedió en tiempos del emperador Tiberio César y del procurador de Judea Poncio Pilato. Juan, el Bautista, se resiste, alega que no es digno, pero el Espíritu se sobrepone y Jesús es bautizado por él. Y es el punto de partida de la vida pública de Cristo. Empieza el anuncio de la verdad y la redención. Nosotros en Yardenit renovamos las promesas del bautismo, renuncia al egoísmo, adhesión al amor.

El colofón de la jornada es la subida al Monte Tabor, el lugar de la Transfiguración. Jesús busca intimidad y la montaña se la ofrece, y allí se muestra con todo el esplendor deslumbrando a los discípulos que le acompañaban, Pedro, Santiago y Juan, que visto lo visto quieren quedarse allí y proponen hacer tres tiendas, una para Jesús, otra para Moisés y la tercera para Elías.

Cada uno sabe en su corazón cómo ha vivido este pasaje ¿con pasión, con dulzura? Seguro que intensamente. En este viaje no pudimos contemplar los bellísimos mosaicos del ábside inferior referidos al nacimiento, a la eucaristía, a la resurrección… Sí, en el viaje anterior y los traje en mi cámara. Tengo que hermanar el Tabor con el Hermón de nieves perpetuas pues ambos aclaman el nombre del Señor.

Hagamos tres tiendas… Día tercero y los peregrinos vemos que el viaje es bueno.
Una vez leí que bailar es soñar con los pies.

Miércoles, 22

Un día más el madrugón nos compensa con el desierto, el sicomoro y el mar. Es la despedida de Nazaret. Ojalá (Oj Alá) sepa, sepamos, como María guardar todo en el corazón. Los palmerales con miles de palmeras casi doblan sus troncos para saludarnos y ofrecernos dátiles a la vez que con su rectitud señalan el cielo.

Llegar a Qumran es entrar en otro tiempo, en un espacio de cuevas y desierto; el color ocre arenisco entra en los ojos y uno imagina a los estrictos observantes de la ley, los esenios, que rompieron con el sacerdocio oficial. Es una rica zona arqueológica. La situación es de privilegio: desierto con el mar Muerto delante.

El beduino que lanza la piedra para encarrilar a la cabra curiosa encontró un tesoro (1947) vasijas con documentos valiosos en la cueva cuarta y luego en otras pues hay doce.
En Jerusalén vimos el Museo del Libro. Los paleógrafos siguen estudiando muchos textos. Misterios de la vida, un buen día después de siglos, lo que parece casualidad aporta a la humanidad documentación valiosísima.

Y a 19 kilómetros Jericó, abundante zona arqueológica, Tel es-Sultan, compite con Damasco y Alepo en ser la ciudad más antigua del mundo. Está en pleno desierto de Judea con abundante agua que hace fértil el suelo y justifica el nombre bíblico, Ciudad de las palmeras.

Llevábamos el pasaporte a mano pero no nos lo pidieron. Actualmente Jericó está bajo la responsabilidad de la autoridad Palestina. En sus territorios hay una mayoría musulmana sunita. Y me gusta recordar el rito del café entre los palestinos, se ofrecen tres tazas, la primera de bienvenida, la segunda es la del placer de saborearlo y la tercera sella la amistad y la paz con el dueño de la casa.

El protagonista actual es el sicomoro que recuerda el episodio del encuentro de Jesús con el publicano Zaqueo. El Señor le dijo: Baja, tengo que hospedarme en tu casa, y la paz llegó a ese hogar. Y la luz a los ojos del ciego Bartimeo.

En las proximidades está el monasterio de San Juan, Kas El-Yahud, que conmemora el lugar donde el Bautista bautizó a Jesús. En la ladera está la montaña de las Tentaciones y el monasterio de la Cuarentena. Queda para otro viaje la visita al monasterio ortodoxo de San Jorge a cinco kilómetros, fundado en el año 480 por Juan de Tebas, destruido y reconstruido a través de los siglos, atraen sus rocas rojizas con las cúpulas azules anticipo del cielo. También me hubiera gustado subir en el teleférico para recrearme con la belleza del paisaje, el valle del Jordán, los montes de Judea y el valle de Jericó.

Y como reflexión pienso en las siete trompetas estruendosas rodeando Jericó por orden de Yahvé durante siete días y el griterío del último con la caída de la muralla y la toma de la ciudad (Josué 6, 1-27) Así es el deseo, quitar muros para llegar a los demás y ayudar a que ellos vengan hasta nuestro corazón.

En la playa Kalia del Mar Muerto hubo ocasión de bañarse en el tramo acotado. Tiene 1020 kilómetros cuadrados con 398 metros bajo el nivel del Mar Mediterráneo, se caracteriza por la alta salinidad, 30%, y no permite hundirse, sensación única, ingravidez reconfortante. En el Antiguo Testamento se llamó Mar de Sal, para los griegos y romanos Asphaltitis Limne, Lago de Asfalto y para los árabes Bar Lut, Mar de Lot.

Es zona de beduinos nómadas y quiero recordar que mientras veía sus tiendas vino a mi mente la parábola del Buen Samaritano, no me pregunten la razón pues es cosa del corazón. Tal vez la emoción de llegar a Jerusalén me trastocó. Ver las cúpulas de las mezquitas de La Roca y de Al Aqsa me emocionaron pensando en todo lo que tienen cerca.

Empezamos la tarde con la visita al monte Sión, por el barrio armenio llegamos a la basílica de San Pedro in Gallicantu. Siempre escaleras y cuestas que subir y bajar, problema para la silla de ruedas.

En la capilla del Cenáculo de los franciscanos fue la celebración de la Eucaristía, luego el saludo al Rey David y reposo rezado en el verdadero Cenáculo. HAIMARAM ALLAHI AR-RAMMAN ALBIR YUBIMAR Ésta es la casa de Dios, el misericordioso, el justo y el que da la vida, así reza el mosaico blanco con rasgos árabes en azul. Es muy significativo el símbolo del pelicano/pelícano en un capitel cerca de la inscripción anterior y es conmovedor saber la realidad acaecida de la Última Cena, la Eucaristía y Pentecostés. Bendito anonadamiento el que allí se vive.

Y con el celaje rosa-azulado del atardecer entramos en la iglesia benedictina y también bajamos a la cripta de la Dormición de María. Cada uno de estos lugares merece un largo capítulo pero no se trata de escribir un libro sino de vivir y acariciar los sentimientos intensos que brotan.

Caída la noche enfilamos por el Cardo máximo en el barrio judío hasta la menoráh que está en el balcón que domina la explanada del Templo, llena de judíos, es Sukkot, la fiesta de las tiendas.
El silencio es el grito más fuerte… Día cuarto y los peregrinos vemos que el viaje es bueno.
Leer en los ojos, en los acontecimientos, en los libros y saber leer entre líneas.

Nieves Fenoy Gil
Peregrina con la Fundación Maior



 
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