Junio 2011
Se inició con el pepino
un mes de alarma infundada,
causando serio quebranto
la imputación alemana.
En materia laboral
no hubo reforma pactada,
y el gobierno, por decreto,
dejó las cosas en tablas.
El movimiento indignado
siguió con sus algaradas,
pasando a la acción directa
por sedes parlamentarias.
Por fin, cesaron los cielos
de sumergirnos en agua,
y con ola de calor
el verano comenzaba.
Entre el rescate de Grecia
y la deuda soberana
no ganamos para sustos
en la postrera semana.
Teniendo que lamentar
la muerte, en tierras afganas,
de soldados españoles
como rebeldes sin causa.
Julio 2011
Siguió apretando el calor,
como es lógico en verano,
y se llenaron las playas
de turismo concentrado.
El Codice Calixtino,
emplema compostelano,
desapareció un mal día
como en volandas llevado.
Subió el tipo de interés,
y el "insaciable mercado"
volvió a poner en un brete
a gobiernos soberanos.
Más de lo mismo tuvimos
sobre gobierno de Estado,
candidato a presidente
Rubalcaba fue nombrado.
Y en Valencia dimitía
un Paco Camps muy forzado,
por causa de algunos trajes
que, al parecer, no plancharon.
Fueron fiordos noruegos
testigos del atentado
y matanza perpetrada
por un loco despiadado.
Con frescas noches de luna
despedimos a Santiago,
antaño patrón de España
y hogaño casi olvidado.
Y llegó la gran noticia
con el mes ya culminando:
que tendremos elecciones
en noviembre, en vez de marzo.
Agosto 2011
Lluviosas se presentaron
las cabañuelas de agosto,
con media España entre nubes
y oscuras noches sin rostro.
El interés de la deuda,
en máximos peligrosos,
dejó en un segundo plano
a indignados quejumbrosos.
Mientras en La Gran Bretaña,
unos vándalos ociosos
sí fueron protagonistas
de delitos luctuosos.
En el derby veraniego
vimos a un Madrid airoso,
aunque fue la supercopa
para los culés dichosos.
Nos visitó el Santo Padre,
con séquito muy marchoso:
Vía crucis, juventudes
y algún misterio glorioso.
Y causó cierto estupor
el anuncio presuroso
de enmendar Constitución
por el déficit famoso.
Dijo adiós el mes de Augusto
con la operación retorno,
y chubascos o tormentas
preludiando ya el otoño.
Tomás J. Sánchez Molina
Licenciado en Filosofía y Letras
De la Tertulia Literaria del CDL