Del cuento de Spencer Johnson “¿Quién se ha llevado mi queso?”,
podemos sintetizar su argumentación en la actitud de dos ratones a quienes
desaparece el alimento habitual y tienen que buscar sustituto. Una opción es
esperar a la solución fácil: volverá a aparecer el queso; y la otra es la de
buscar los medios de sustituir la alimentación, corriendo los riesgos que
entrañaría esta actuación. Por supuesto que ganan los que realizan los cambios
necesarios en el trabajo, en la vida
privada, etc., que imponen las circunstancias.
Con
nuestro sistema de la Seguridad Social, en el caso de las pensiones -con la
solidaridad y caja única-, ocurre algo similar: se ha hundido el sistema de
pensiones y hay que organizar el cambio a otro viable solvente a largo plazo.
Pero el Ministerio de Empleo solo se ocupa de retrasar la edad de la
jubilación, para luego actuar en el año 2019 con ciertos arreglos manipuladores
del sistema y, a corto plazo, solo disponer unas revalorizaciones simbólicas
anuales de las pensiones vigentes, todo ello a favor de la sostenibilidad.(¿…?)
El
veterano profesor Velarde observa en ABC (“Necesidad de una nueva financiación
de las pensiones” 16.9.13) que la reforma debe estar acompañada -yo mantengo
que precedida- de “una exposición matemática (es decir, análisis actuarais) que
deje muy claras las soluciones que se adopten ante los ciudadanos”…
“con un despliegue documental más amplio”.
Pero
eso no puede llevarlo a cabo ni la burocracia laboral ni la sindical. No hay
actualmente en nuestra sociedad entidad neutral ni autonomía capaz de
realizarlo.
Pues a lo
mejor, hará falta que un ratón audaz (entidad privada)
plantee como solución el principio de
las capitalizaciones, dentro de un sistema mixto de capitalización y de reparto
-profesional y general, también contributivo- de un fondo nacional de pensiones
que habría que dotar contando con un fondo de reserva.Tendría la ventaja de que así se respetaría la libertad del pensionista de formarse un plan de pensiones, sin depender totalmente del “Estado del Bienestar”, ya que actualmente muchos trabajadores se van a quedar sin la pensión prevista, por no cumplir los mínimos de cotización exigidos.
El dirigismo financiero keynesiano ha agotado su eficacia a consecuencia de que los instrumentos políticos socialistas y socialdemócratas (a Keynes los especialistas y fieles le han colgado más “muertos” o fallos que a Franco) no sirven para una economía competitiva internacional y hay que buscar “otro queso” que haga más responsable al propio interesado (hay que buscar otra financiación, afirma Velarde), pero que no puede basarse en los instrumentos existentes en el sector privado. (Los fondos y planes de pensiones han fracasado, pues ha fallado “el enlace básico con los planteamientos fiscales” que dice Velarde). El ahorro, y más en estos días, está castigado, con el agravante de que como en España la reserva de las familias es la vivienda, resulta que ésta ha perdido gran parte de su valor y no tiene liquidez.
Pero para abordar estos cambios, hace falta libertad y auténtica democracia.
Santos Gil Carretero
Economista del Estado
Economista del Estado