Un grupo de una treintena
de amigos de Agustín Miguélez y de Constantino Morán, apenas acabado el
verano y el veraneo, en septiembre, del 16 al 27, fuimos al balneario de Caldes
de Boí a "los baños y a tomar las aguas".
¿Qué dónde está ese balneario? En pleno
Pirineo. Esta ubicación geográfica implica que Caldes de Boí esté rodeado de
paisajes espectaculares, lagos, ríos y saltos de agua, y con varios picos de
altura superior a los 3.000 metros, lo que lo convierte en un lugar ideal para
los amantes de la naturaleza.
Se va hasta Lérida en AVE y allí te
espera el autobús del balneario, que, a través de un paisaje cada vez más
verde, te adentra en la montaña, pasando por Pont de Suert, siguiendo el río La
Noguera de Tor, pasando junto a Erill la Vall, junto a Boí Taüll, muy
cerca del pico Bessiberri Naval, de solo 3015 metros. Y ahí se acaba la
carretera y comienza...el paraíso terrenal: Caldes de Boí. Un valle idílico
entre montañas con mucha vegetación y ríos cristalinos, avellanos, bojes,
hayas, cedros, truchas, moras y fresas salvajes.
El
balneario de Caldes de Boí, ubicado en el valle de Boí, provincia de Lérida, a
1500 metros de altitud, es uno de los complejos turístico-termales más
importantes de España, célebre en tiempos lejanos por la cantidad, variedad y
eficacia de sus fuentes. Según la leyenda, Julio César conoció Caldes de
Boí durante el dominio de la antigua Tarraco. Como dijo José Pla, “El fenómeno
hídrico de Caldes de Boí es uno de los grandes prodigios del Pirineo; aquí
tiene lugar la aparición del conjunto de aguas minero-medicinales más rica y
variada de la Península. Treinta y siete fuentes aparecen en su entorno con
termalidades que varían desde los 4º C a los 36º C; estas aguas de fama
universal ofrecen un fenómeno singular".
En
el año 1885, Camilo Castells, en el Boletín de la Asociación de Excursionistas
Ilerdenses, decía: “Tenemos el orgullo de creer que no se puede encontrar otro
lugar en el mundo en el que en menos terreno acontezca tanta variedad y tanta
abundancia de agua mineral que tampoco se queda atrás respecto de virtudes
medicinales”.
Aparte de las
habituales instalaciones hidroterápicas, constituyen una peculiaridad y
prestigio del balneario, internacionalmente, las famosas estufas naturales,
cavadas en la roca, que forman pequeñas grutas individuales, a una temperatura
ambiente de 45º C, muy apropiadas para tratamientos respiratorios.
¿Que qué hicimos?: Disfrutar de la
bañera de burbujas, de la piscina y su yacussi, beber el agua de las diferentes
fuentes de acuerdo con la personal
programación médica y disfrutar
del los paseos por los vericuetos de tan excepcional paisaje. Pasear mucho, al
calor del veranillo de San Miguel y del sol de membrillo que nos acompañó
durante toda la estancia.
A este
balneario, antiguo donde los haya, pero muy actualizado, se accedía antaño a
caballo. Ahora dispone de todas las modalidades y hasta de un santuario, el de
Nuestra Señora de Caldes.Según la tradición, la primitiva imagen de Nuestra Señora de Caldes fue encontrada por un pastor que la puso en una capilla que construyó dentro de una cabaña. El actual Santuario fue construido a mediados del siglo XVIII. El acceso a la iglesia se hace a través del patio del Hotel Caldas, antigua hospedería-hospital y Casa de la Consorsia, reconstruida a mediados del siglo XIX.
Muy cerca está el conjunto románico de
la Vall de Boí, tan visto en libros de texto y estudiado. Pues ahí disfrutamos
del románico una tarde, visitando Sant Climent de Taüll, Santa María de Taüll,
San Joan de Boí y Santa Eulalia d´Erill la Valnaigual. Algunos del grupo se
enternecían al ver, por fin, lo que tantas veces habían explicado con
diapositivas en el aula.
También cercando al balneario se
encuentra el Parque Nacional de Aigües Tortes i Estany de Sant Maurici. Y allí
llegamos, en vehículos de alta montaña, como aguerridos exploradores,
conociendo, a pie y con buena guía, las maravillas de una naturaleza guardada
entre algodones. "Es el agua la protagonista principal del Parque, ya sea
en forma de ríos, cascadas, humedales, o en los casi 200 lagos que se reparten
por toda su superficie dando lugar a una de las zonas de mayor concentración de
lagos pirenaicos".
Desde el balneario, por una carretera
juguetona con el río La Noguera de Tor, se accede al Embalse de
Cavallers, tocando el cielo, junto a la Punta Alta, de 3015 metros, donde algún
tardío nevero esperaba a los más aguerridos del grupo, que, garrote en mano,
como esculpidos cristobalones, retaban y retaban a ver quién subía más alto.
Hubo
una tercera excursión a tierras más civilizadas y conocidas por el turismo de
la nieve: túnel de Vielha, Vielha, Vaqueira, Beret, vista del Port de la
Bonaigua, de 2072 metros; y degustación de los licores de la zona.
La madre naturaleza obsequia al
visitante del balneario, como ya hemos escrito, con treinta y siete fuentes, un
río y una hermosa cascada o cola de caballo, de singular belleza y tamaño. Por
citar una de la fuentes, la de la Tartera, que nace a 44,6º C, sulfurosa y muy
apreciada por sus propiedades dermatológicas, veía todas las madrugadas una
procesión de la aurora: bañistas ataviadas con albornoces blancos que, cuesta
arriba primero y cuesta abajo después, que exhibían, tras el baño y el
trago en la citada fuente, cutis de niño y risa aventurera y traviesa. Y así,
hasta treinta y seis fuentes más...
¿Que qué más hicimos? Cantar. Cantamos
mucho. Al final de cada mañana, junto a una de las tres piscinas exteriores (había
una a 4 º C), con bar. Tras el aperitivo, el coro del grupo madrileño -así nos
llamaban-, cada vez más afinado y nutrido, acompañado por un piano de siglos
pasados, desgranó canciones varias de un nutrido repertorio, gozando del
aplauso del resto de bañistas que envidiaban siempre la cohesión del grupo y
del coro.
También obsequió este coro al resto de
bañistas, de toda clase, condición e idioma, con una misa cantada en
castellano, acompañada por órgano sonoro, ahora sí.
Entre las múltiples ofertas de ocio de
la casa, gozó de buena aceptación la charla teórica sobre micología,
pronunciada por una experta micóloga de la comarca, seguida otro día por un
paseo de recogida de hongos por los alrededores, dirigido por la misma
profesional que montó después una hermosa y variada exposición micológica
con el producto recogido. Al cronista se le quedó en el tintero -en el
balneario no había fuente especializada en la recuperación de la memoria- que
también esta vez hubo concurso de degustación de distintas cosechas y añadas de
pacharán e importación de licores de la zona. En ausencia del árbitro de la
elegancia, Petronio, los asistentes otorgaron a los productores e
importador un empate técnico.
¿Y el idioma español, qué tal?
Bien. Celebramos el día de las Mercedes: el cura del santuario era
colombiano, la encargada de actividades de ocio era ecuatoriana, la señorita de
recepción, gallega, nuestro camarero de comedor, de Jaén, y el conductor del
autobús -todos los autobuses y microbuses que nos atendieron eran de transporte
escolar, los extremos se tocan- era de padres abulenses y seguidor del Real
Madrid… El lector podrá colegir que nos movimos en un ambiente políglota.
Por
cierto, el conductor de autocar citado fue el mejor guía cultual del viaje,
conocedor de la comarca y cualificado entretenedor del producto que
transportaba: docto alumnado del IMSERSO.
De vuelta a casa y como alumnos
aplicados, hicimos turismo en la capital, Lérida, y vimos con detenimiento y
admiración La Seu Vella, donde posamos para la foto del grupo, antes de que el
AVE nos depositara, sanos y lavados, en la Puerta de Atocha. Adeu.
Jesús Mesanza López (Jemelo)