lunes, 27 de enero de 2014

Balneario de Caldes de Boí



Un grupo de una treintena de amigos de Agustín Miguélez y de Constantino  Morán, apenas acabado el verano y el veraneo, en septiembre, del 16 al 27, fuimos al balneario de Caldes de Boí a "los baños y a tomar las aguas".
¿Qué dónde está ese balneario? En pleno Pirineo. Esta ubicación geográfica implica que Caldes de Boí esté rodeado de paisajes espectaculares, lagos, ríos y saltos de agua, y con varios picos de altura superior a los 3.000 metros, lo que lo convierte en un lugar ideal para los amantes de la naturaleza.
Se va hasta Lérida en AVE y allí te espera el autobús del balneario, que, a través de un paisaje cada vez más verde, te adentra en la montaña, pasando por Pont de Suert, siguiendo el río La Noguera de Tor, pasando junto a Erill la Vall, junto a Boí Taüll, muy cerca del  pico Bessiberri Naval, de solo 3015 metros. Y ahí se acaba la carretera y comienza...el paraíso terrenal: Caldes de Boí. Un valle idílico entre montañas con mucha vegetación y ríos cristalinos, avellanos, bojes, hayas, cedros, truchas, moras y fresas salvajes. 
El balneario de Caldes de Boí, ubicado en el valle de Boí, provincia de Lérida, a 1500 metros de altitud, es uno de los complejos turístico-termales más importantes de España, célebre en tiempos lejanos por la cantidad, variedad y eficacia de sus fuentes. Según la leyenda, Julio César conoció Caldes de Boí durante el dominio de la antigua Tarraco. Como dijo José Pla, “El fenómeno hídrico de Caldes de Boí es uno de los grandes prodigios del Pirineo; aquí tiene lugar la aparición del conjunto de aguas minero-medicinales más rica y variada de la Península. Treinta y siete fuentes aparecen en su entorno con termalidades que varían desde los 4º C a los 36º C; estas aguas de fama universal ofrecen un fenómeno singular".
En el año 1885, Camilo Castells, en el Boletín de la Asociación de Excursionistas Ilerdenses, decía: “Tenemos el orgullo de creer que no se puede encontrar otro lugar en el mundo en el que en menos terreno acontezca tanta variedad y tanta abundancia de agua mineral que tampoco se queda atrás respecto de virtudes medicinales”.
Aparte de las habituales instalaciones hidroterápicas, constituyen una peculiaridad y prestigio del balneario, internacionalmente, las famosas estufas naturales, cavadas en la roca, que forman pequeñas grutas individuales, a una temperatura ambiente de 45º C, muy apropiadas para tratamientos respiratorios.
¿Que qué hicimos?: Disfrutar de la bañera de burbujas, de la piscina y su yacussi, beber el agua de las diferentes fuentes de acuerdo con la personal  programación  médica y disfrutar del los paseos por los vericuetos de tan excepcional paisaje. Pasear mucho, al calor del veranillo de San Miguel y del sol de membrillo que nos acompañó durante toda la estancia.
A este balneario, antiguo donde los haya, pero muy actualizado, se accedía antaño a caballo. Ahora dispone de todas las modalidades y hasta de un santuario, el de Nuestra Señora de Caldes.
Según la tradición, la primitiva imagen de Nuestra Señora de Caldes fue encontrada por un pastor que la puso en una capilla que construyó dentro de una cabaña. El actual Santuario fue construido a mediados del siglo XVIII. El acceso a la iglesia se hace a través del patio del Hotel Caldas, antigua hospedería-hospital y Casa de la Consorsia, reconstruida a mediados del siglo XIX.
Muy cerca está el conjunto románico de la Vall de Boí, tan visto en libros de texto y estudiado. Pues ahí disfrutamos del románico una tarde, visitando Sant Climent de Taüll, Santa María de Taüll, San Joan de Boí y Santa Eulalia d´Erill la Valnaigual. Algunos del grupo se enternecían al ver, por fin, lo que tantas veces habían explicado con diapositivas en el aula.
También cercando al balneario se encuentra el Parque Nacional de Aigües Tortes i Estany de Sant Maurici. Y allí llegamos, en vehículos de alta montaña, como aguerridos exploradores, conociendo, a pie y con buena guía, las maravillas de una naturaleza guardada entre algodones. "Es el agua la protagonista principal del Parque, ya sea en forma de ríos, cascadas, humedales, o en los casi 200 lagos que se reparten por toda su superficie dando lugar a una de las zonas de mayor concentración de lagos pirenaicos".
Desde el balneario, por una carretera juguetona con el río La Noguera de Tor, se accede al Embalse  de Cavallers, tocando el cielo, junto a la Punta Alta, de 3015 metros, donde algún tardío nevero esperaba a los más aguerridos del grupo, que, garrote en mano, como esculpidos cristobalones, retaban y retaban a ver quién subía más alto.
Hubo una tercera excursión a tierras más civilizadas y conocidas por el turismo de la nieve: túnel de Vielha, Vielha, Vaqueira, Beret, vista del Port de la Bonaigua, de 2072 metros; y degustación de los licores de la zona.
La madre naturaleza obsequia al visitante del balneario, como ya hemos escrito, con treinta y siete fuentes, un río y una hermosa cascada o cola de caballo, de singular belleza y tamaño. Por citar una de la fuentes, la de la Tartera, que nace a 44,6º C, sulfurosa y muy apreciada por sus propiedades dermatológicas, veía todas las madrugadas una procesión de la aurora: bañistas ataviadas con albornoces blancos que, cuesta arriba primero y cuesta abajo después, que exhibían, tras el  baño y el trago en la citada fuente, cutis de niño y risa aventurera y traviesa. Y así, hasta treinta y seis fuentes más...
¿Que qué más hicimos? Cantar. Cantamos mucho. Al final de cada mañana, junto a una de las tres piscinas exteriores (había una a 4 º C), con bar. Tras el aperitivo, el coro del grupo madrileño -así nos llamaban-, cada vez más afinado y nutrido, acompañado por un piano de siglos pasados, desgranó canciones varias de un nutrido repertorio, gozando del aplauso del resto de bañistas que envidiaban siempre la cohesión del grupo y del coro.
También obsequió este coro al resto de bañistas, de toda clase, condición e idioma, con una misa cantada en castellano, acompañada por órgano sonoro, ahora sí.
Entre las múltiples ofertas de ocio de la casa, gozó de buena aceptación la charla teórica sobre micología, pronunciada por una experta micóloga de la comarca, seguida otro día por un paseo de recogida de hongos por los alrededores, dirigido por la misma profesional que montó después una hermosa y variada exposición micológica con el producto recogido. Al cronista se le quedó en el tintero -en el balneario no había fuente especializada en la recuperación de la memoria- que también esta vez hubo concurso de degustación de distintas cosechas y añadas de pacharán e importación de licores de la zona. En ausencia del árbitro de la elegancia, Petronio, los asistentes otorgaron a los productores e importador un empate técnico.
¿Y el idioma español, qué tal? Bien. Celebramos el día de las Mercedes: el cura del santuario era colombiano, la encargada de actividades de ocio era ecuatoriana, la señorita de recepción, gallega, nuestro camarero de comedor, de Jaén, y el conductor del autobús -todos los autobuses y microbuses que nos atendieron eran de transporte escolar, los extremos se tocan- era de padres abulenses y seguidor del Real Madrid… El lector podrá colegir que nos movimos en un ambiente políglota.
Por cierto, el conductor de autocar citado fue el mejor guía cultual del viaje, conocedor de la comarca y cualificado entretenedor del producto que transportaba: docto alumnado del IMSERSO.
De vuelta a casa y como alumnos aplicados, hicimos turismo en la capital, Lérida, y vimos con detenimiento y admiración La Seu Vella, donde posamos para la foto del grupo, antes de que el AVE nos depositara, sanos y lavados, en la Puerta de Atocha. Adeu. 

Jesús Mesanza López (Jemelo)

 
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