viernes, 13 de septiembre de 2013

Núñez de Balboa y el V centenario del Mar del Sur

El asentamiento de los españoles en la comarca del Dairén fue fatal. Con playas de arenas ardientes, donde nunca llueve, pero cuando lo hace arrasa y se lleva todo por delante, con orillas inhóspitas de lodazal y manglares y un interior lleno de pantanos. Allí un drama panameño liquidó muchos más hombres que las conquistas de los imperios de México y Perú, juntos. Su capital, Santa María la Antigua, fue la primera capital de Tierra Firme, exponente de todo lo bueno y lo malo que exhibieron los conquistadores. Fundada a sugerencia de Vasco Núñez de Balboa y cuando Balboa desaparece no puede sobrevivirle, sólo se mantuvo en pie de 1509 a 1524.

El drama empezó en 1507, cuando Fernando El Católico viene de Nápoles, se hace cargo de la regencia de Castilla y reparte Tierra Firme entre Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa, en franca rivalidad. La  gigantesca tarea de colonización fue obra de la iniciativa privada, pues los reyes Isabel y Fernando no disponían de medios para costearla. El conquistador era un empresario que corría con todos los gastos, con un impuesto sobre las ganancias obtenidas, “el quinto del rey”, con obligación de remitir mapas de sus exploraciones y  responsable de la toma de posesión  para el rey.
Alonso de Ojeda, recibirá la parte oriental del golfo de Urabá o costa norte de Colombia, como Gobernador de Nueva Andalucía (luego, 1550, Nueva Granada), y Diego de Nicuesa, la parte occidental del golfo de Urabá,  actuales Panamá, Costa Rica y Nicaragua, como Gobernador de  Veragua o Castilla del Oro.
Ojeda, ayudado económicamente por Juan de la Cosa y  Martín Fernández de Enciso, parte con 300 hombres y doce yeguas en compañía de Juan de la Cosa, piloto que fue con Colón y elaboró el primer plano de América. Desembarcan en Tubaco y son recibidos con lluvia de flechas envenenadas. En la lucha perecen numerosos españoles, incluido Juan de la Cosa.
Nicuesa zarpó, con 700 hombres y seis caballos, de La Española el 20 de noviembre del 1509, ocho días después de Ojeda y con su llegada providencial, en ruta a su demarcación, evita, a pesar de su enemistad, que las fuerzas de Ojeda queden exterminadas. 
“Juro que no sólo olvidaré lo pasado, sino que le ayudaré a lo que se le ofrezca, como si fuera mi hermano”.
Pero, al final de las exploraciones de ambos de los mil hombres sólo conservaron la vida unos noventa, la mayoría murieron de hambre y penalidades. 
Ojeda funda San Sebastián de Urabá, en su arisca zona, pero ante el acoso continuo de los indios parte a La Española en busca de refuerzos y deja al frente de San Sebastián a Francisco Pizarro, el futuro conquistador del Perú. En lugar de apoyos, Ojeda, recibe orden de prisión de Diego Colón, nombrado gobernador en 1508, por haber fundado una ciudad sin su permiso, en terreno reclamado por él como herencia de su padre. Para huir de la cárcel Ojeda se refugia en lugar sagrado y se hace fraile franciscano. Consigue contar a Fernández de Enciso, que había dejado abandonado en situación desesperada a Francisco Pizarro con sólo setenta hombres. Enciso le pidió, a cambio de auxiliarles, que le nombrara Alcalde mayor de San Sebastián de Urabá, a lo que accedió Ojeda. Enciso fletó dos bergantines y marchó para el Dairén. A bordo un ilustre polizón, Vasco Núñez de Balboa, según Bartolomé Hurtado “por otro nombre El Esgrimidor, pues sabe manejar la espada como nadie”,  educado como paje en una gran casa señorial, poseedor de una persuasiva elocuencia y buen conocedor de la región, con Rodrigo de Bastidas, en los años 1501 y 1502.
Balboa consideró a San Sebastián indefendible y aconsejó a sus compañeros ir al otro lado del golfo que él conocía donde no era costumbre envenenar las flechas, fundando Santa María La Antigua, en la actual Panamá, precisamente en zona adscrita a Diego de Nicuesa. El despotismo y la continua incapacidad operativa de Enciso hacen que todos los españoles nombren como su jefe y alcalde al experimentado Núñez de Balboa. Poco después llegó Rodrigo Enrique de Colmenares, en ruta de búsqueda de Nicuesa, quien les aconseja debían someterse a éste, legítimo gobernador de la zona. 
En la punta del Carreto una fuerte tempestad separó el barco de Nicuesa del resto de la flota comandada por Olano. Nicuesa intentó regresar al Sur, en busca de su armada, pero naufragó su carabela, con todo cuanto contenía, excepto una barca. Careciendo de armas y alimentos intentaron regresar a pie por las inhóspitas y ardientes playas, sin atreverse a penetrar en el interior, muertos de hambre y casi desnudos, manteniéndose de algas y algún marisco entre las arenas. La situación se prolongó cuatro meses y terminó con el buen carácter de Nicuesa, volviéndole vengativo. Finalmente cuatro marineros, en la barca, hacen el viaje en sentido contrario y encuentran a Olano, cuando los hombres de Nicuesa están a punto de morir.
“¿Cómo ha sido que durante cuatro mortales meses, no hicisteis ningún esfuerzo para averiguar nuestro paradero?”
Olano es condenado a la horca. Pero los españoles piden que si han muerto cuatrocientos hasta ahora y el resto están extenuados y moribundos no acortaran ellos  mismos el número. Después de muchas insistencias Nicuesa cambia la sentencia a sólo prisión hasta ser enviado a España para ser juzgado.
Envía entonces Nicuesa una embarcación a la Española para pedir auxilio, pero  Diego Colón, se negó a socorrerlos y embargó el navío pues consideró que Nicuesa había usurpado sus dominios heredados de su padre Colón. Colmenares, consigue llevar un barco, repleto de provisiones, encontrando sólo sesenta espectros en los huesos, mantenidos durante más de un año con escasos sapos, culebras y caimanes. Informa Colmenares que en Santa María la Antigua están todos descontentos de Enciso y que desean que Nicuesa tome posesión de su ciudad. Éste cometió el error de anunciar que tomaría medidas contra Balboa, agravando sus afirmaciones con las de Lope de Olano que consigue entrevistarse con Colmenares y los enviados del Dairén.
“¡Pretendéis que Nicuesa os gobierne! Yo le salvé la vida y él me pagó el servicio con prisión”.
Llegadas estas noticias a los colonos de Santa María la Antigua, prohíben desembarcar a Nicuesa y le obligaron a regresar a Nombre de Dios. Era el 1 de marzo del 1511 y nunca más se supo de Nicuesa. Años después le cargarían injustamente esta decisión a  Balboa. Éste obtuvo el cargo de gobernador de Veragua y juzgó a Fernández de Enciso por delito de usurpación de autoridad, en zona que no le pertenecía y le envió a España.
A partir de entonces  Balboa emprende una campaña de exploración y conquista, según Méndez Pereira, “rendidos de cansancio y angustia, el cielo parecía abrirse en cataratas de lluvia, el viento desgarraba las hojas y las ramas, retumbaba el trueno con ecos quejumbrosos, que la selva repetía hasta el infinito”. Balboa se mostró  duro y belicoso con los caciques que se le enfrentaron, blando y amigable con quienes se le sometieron. 
Los dos factores  más importantes para lograr la conquista y colonización de Hispanoamérica fueron, la religión, convertir a los “naturales” en “cristianos” semejantes a los invasores y el mestizaje, el amor desencadenado entre españoles e indias. Ejemplos la pasión de Balboa por Anayansi y de Hernán Cortés por Marina. Cuando  el cacique Careta, fue derrotado por Balboa, llegaron a un pacto, el español le ayudaría en su lucha contra su rival Ponga y a cambio, le darían a él alimentos e información de un supuesto mar al otro lado de Tierra Firme. Se sellaba el acuerdo con el ofrecimiento a Balboa de la hija del cacique, Anayansi. Careta fue bautizado con el nombre de don Fernando, en recuerdo del rey.  Luego, gracias al amor del conquistador hacia la indígena, los problemas se dulcificaron, según Méndez Pereira, “siempre que se trataba de proteger al indio, y sobre todo a la mujer, Balboa obraba bajo la influencia de Anayansi”. Edwin Corona afirma que se casarían por el ritual indígena y jamás dejaron de amarse.
Balboa con la ayuda del cacique Careta prosigue la marcha, recogiendo informes de que existía otro mar, desde el que llegaba mucho oro de los países del Sur, un desafío para Balboa  proseguir su búsqueda del mar del oro. 
Balboa recluta más hombres y con 190 españoles y unos mil indígenas, se interna nuevamente en la selva inhóspita.  Tiene que combatir al cacique Toreca, que vencido y muerto, sus hombres se alían con Balboa, finalmente el 25 de septiembre de 1513 alcanza el ansiado mar, al que bautiza Mar del Sur (luego Magallanes, en 1520, cambiará a Pacífico). Núñez de Balboa  tomó posesión de las tierras adyacentes, mandó el quinto de las riquezas obtenidas de los caciques al rey y la corona se lo agradeció nombrándole Adelantado del Mar del Sur.
Cuando Enciso  llegó a España difamó a Balboa y consiguió que Pedro Arias de Ávila fuera nombrado Gobernador del Dairén. Su armada se cruza con la carabela de Arbolanchas con la noticia del descubrimiento del Mar del Sur. La mala política de éste subleva a los indios. El obispo Juan de Quevedo notifica al rey Fernando el Católico “que escandalizada está la tierra, si él [Balboa] bolviese a entender entre los Caciques i Indios él los bolviera a sosegar i pacificar”. Con Pedrarias se reactivaban las envidias y rencores de unos y otros. Unos de los primeros reproches de Pedrarias de Ávila a Balboa era la compañía de Anayansi siempre con Balboa. Su esposa deseaba que el héroe se casara con su hija María de Peñalosa, a lo que se negaba el conquistador.  El 20 de marzo de 1515 llegó el nombramiento, para Balboa, de Adelantado de la costa del Mar del Sur y gobernador de Panamá y Coiba, lo que enfureció a Pedrarias. Solamente cuando los rumores de que Balboa pensaba establecerse por su cuenta en las costas del Mar del Sur, la envidia de Pedrarias arresta a Balboa en una jaula en el patio de su casa. De dicha cárcel lo libera Isabel de Bobadilla gracias al casamiento de Balboa con su hija María. Pero Balboa es enviado a Acla, en el momento de llegar las noticias de la muerte de Fernando, el Católico, protector de Balboa. Sin embargo la envidia que producía a Pedrarias un hombre que había conseguido uno de los más importantes descubrimientos geográficos de la historia (el segundo después del de Colón) y además se había ganado los favores y pleitesías de los caciques, rompió todos los compromisos. Todo ello venció a su amor a su hija y a su yerno y  acusó a Balboa de traición, y fue ejecutado junto a cuatro de sus fieles hombres, el 15 de enero de 1517,  y con saña, posterior puesta, sobre una picota, la cabeza de Balboa, en la plaza de Acla, hasta que las alimañas y el tiempo acabaran con ella.
Anayansi, siempre enamorada de Balboa, nueva Julieta de Hispanoamérica, lloró sobre sus despojos, y robó una noche su cabeza, llevándosela a los indios de la selva del Darién. Desde entonces, por siglos, generación tras generación, los chamanes la han guardado como una reliquia, protectora de indios, que les  evita todos los males, gracias a los poderes del buen capitán.


Miguel de Aguilar Merlo
Académico de número de la
Academia de la Hispanidad 

 
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