La dirección del hotel, de trato exquisito y el personal de servicios siempre atentos a las solicitudes de los asistentes. Los bañistas se movían como futbolistas en terreno propio, conocido.
Agustín nos dijo en la despedida solemne, que sumaba más años que algún Papa emérito, por lo que solicitaba ayuda para la organización y gestión del grupo. Constantino, Tino para los amigos, respondió rápido al quite. Mariluz y sus muchachas, también, con una batería de refranes y acrósticos.
Se organizaron tres excursiones interesantes, procurando no repetir las del año pasado. Visitamos el Monasterio de Santa María la Real de Oxeira, Orense, trapense, de fundación real, llamado El Escorial de Galicia, que a lo largo de su historia tuvo gran importancia económica y social en la comarca. Nos lo enseñó, con pericia y frío, un monje trapense y pudimos ver en fotos y en la realidad los desastres ocasionados por la desamortización de Mendizábal en 1836. A la salida, nevaba, nevaba…
En Santiago de Compostela visitamos el Colegio Fonseca que ya en 1544 comenzó a ser sede de la Universidad Compostelana. A continuación recorrimos las instalaciones de la Facultad de Historia y Geografía y, tras una hora de descanso dedicada a la visita a la catedral, fuimos a conocer la controvertida y mastodóntica "Cidade da Cultura de Galicia", en las afueras de la ciudad de Santiago, deteniéndonos con un tan joven como experto guía en "Gallacia Petrea" (Por la prensa hemos sabido luego del tijeretazo a este enorme proyecto). A la salida, hacía frío, mucho frío...
La tercera excursión fue a Muxía, en la “Costa de la Muerte”, y Camariñas con su cementerio de los ingleses. Vimos el faro de Touriñán, el Santuario de Nosa Señora da Barca, la “petra de abalar”,”a Pedra dos Cadrís”, el faro de Muxía...Nos impresionó el paisaje: ¡qué fuerte es el hombre, capaz de restaurar los rincones más bellos y admirados de la costa del horroroso chapapote! De regreso al hotel, llovía, llovía…
Como el tiempo no acompañaba, la creatividad de los bañistas se desbocó: una noche, Tino nos invitó a degustar su pacharán casero (cada año se supera); otra, Luis Emilio nos obsequió con un vino espiritoso; las numerosas Pepas nos sorprendieron con una copa de champán; Tino organizó una buena mariscada. Y surgieron dos clubes numerosos y marchosos: el del punto y las agujas, punto de jerseys, punto liso o uno a uno, el de vuelta del derecho, vuelta del revés, el punto de musgo, el punto búho o Santa Clara, el jersey retorcido, el jersey cruzado, las bufandas personalizadas...¡Todo un espectáculo de bañistas tejedoras! También surgió el club de Gimnasia Acuática Activa –GAA para los amigos–, en el que una veintena de virtuosas damas bañistas y un valiente caballero –¡al que llamaban el Gallo!– obsequiaron al auditorio en la "piscina de arriba", a diario, con primorosos ejercicios de gimnasia acuática, dirigidos por una soriana de tierra adentro. ¡De olimpíada, oiga! Y llovía, llovía...
Compras, compras, compras...Las damas y algún caballero invadieron las tiendas y los chinos de Bertamiráns: todo para los nietos, todo para la casa, para el ropero, y viandas de la tierra para el disfrute de toda la familia. Todo es bueno “pa” el convento.
Otro grupo, éste mayoritariamente de caballeros, chiguiteó y degustó las buenas y variadas tapas de los bares numerosos de la larga calle. Algunos mostraban dificultades en el cambio de rasante a la vuelta del paseo.
Ya de regreso a casa, Mariano hizo muy amena la visita a Lugo y sus murallas y después de un pequeño recorrido por la A6, la parada de mediodía en Castrillo de los Polvazares, con su sabroso cocido maragato, que se alargó en alegre sobremesa. Y cantaban, y cantaban...
Nuestro agradecimiento a la organización, al Balneario, su dirección y su personal, al Hotel y a la tierra gallega que tan bien nos ha tratado, –el tiempo sólo depende de la naturaleza–: lo hemos pasado muy bien y a no ser que surja una oferta mejor, somos capaces de volver.
Agustín Miguélez Posada
Catedrático