Licenciatura de Oro
La posguerra amontonaba sus escombros.
Ardía la ilusión de vivir en nuestros ojos.
Pero la joven rebeldía se resignaba,
desorientada,
sin saber por dónde reventar.
Cincuenta años después,
periclitado el siglo,
íbamos a volver a vernos.
¿Nos reconoceríamos ahora que,
reedificadas las ruinas de las guerras,
la edad deflaglara nuestros cuerpos,
al tiempo que serenaba nuestras almas?
Para esta celebración
de la Licenciatura de Oro, rimé esta
Fusión de Reencuentro
Fusión de Reencuentro
La marea decreció ya tantos años
que, en un mar de recuerdos sumergidos
sobrenadan del naufragios los olvidos
y muchos nos hallamos como extraños.
Hoy aquí, en moviola, los antaños
resucitan momentos ya vividos
de aquellos lueñes nombres y apellidos
oídos de la clase en los escaños.
Membranzas del ayer son hoy fortuna
que atesora, usurera, la memoria
entre acordes de cuerda de la tuna.
De todo aquel pasado que es ya historia,
guardemos, compañeros, lo vivido;
pasado, sí, es verdad, mas no perdido.
Ya cuántos navegaron el camino
sin cerrar el periplo de la vida,
y cuántos en la flor ahogó el destino
con una prematura despedida.
Nosotros navegamos, Dios mediante,
todavía al timón y siempre avante.
Medio siglo singló; ahora anclados,
con todos los deberes ya cumplidos,
de serena experiencia enriquecidos,
al presente traemos los pasados.
Somos, mas no estamos licenciados:
del fulgor interior enardecidos,
irradiemos alegría a decaídos;
gaudeamus, pues somos jubilados.
José María Freixedo
Catedrático