Nuestra Asociación ya es veterana: tanto por los 27 años que han transcurrido desde su fundación en 1985, pero, sobre todo, porque gran parte de sus miembros actuales ya estaban jubilados cuando se incorporaron a ella, en los primeros años fundacionales.
Hemos vivido momentos pujantes. Nuestra decidida postura contra el tope de pensiones atrajo a gran número de profesionales jubilados. Y más con la certeza deque nuestra unión llegaría a conseguir lo que era de justicia: que la pensión de jubilación dependiera, sin cortapisa alguna, de la cotización efectuada durante los años de actividad.
Desgraciadamente, Gobiernos y Ministerios sucesivos, aunque reconocieron que nuestra postura era justa, han ido posponiendo el tema y han mantenido hasta el día de hoy el límite máximo de la pensión de jubilación. Límite máximo al que, por cierto, no están sujetos los miembros del Gobierno y sus numerosos adjuntos, y los trabajadores de ciertos frentes, como los mineros.
Nuestro fracaso ante el muro infranqueable de tope de las pensiones desanimó a varios de nuestros asociados, y se dieron de baja. Por otra parte, muchos de nuestros más fieles asociados van causando baja por defunción. No queremos dejar en olvido el hermoso gesto de algunas viudas que se incorporan a la Asociación a la que pertenecía el difunto marido.
Pero ha quedado muy claro: que la Asociación de Jubilados de los Colegios Profesionales ha sido la casi la única y la que más decididamente ha luchado por batir el tope de las pensiones. Por lo que se merece reconocimiento y adhesión.
Otro de los frentes en los que hemos combatido bravamente ha sido el conseguir un blindaje efectivo del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, la llamada “Hucha de las pensiones”, porque este fondo está constituido por las aportaciones de los trabajadores, a lo largo de toda su vida laboral, para asegurarse, tras la jubilación una pensión justa. Nuestros múltiples artículos en periódicos y revistas, nuestras cartas al Presidente del Gobierno y a los Ministros relacionados con el tema no han conseguido ese justo blindaje, sin el cual las pensiones quedan en el aire. Y los distintos Gobiernos de España han dispuesto de estos recursos para solventar “desfases transitorios de tesorería”. Pero quede en la mente de todos los jubilados el notable esfuerzo de nuestra Asociación en este importantísimo tema.
Para que nuestra defensa de los derechos de los jubilados adquiera mayor fuerza, nos hemos integrado en la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), que sobrepasa el millón de afiliados. Por otra parte, nuestra Asociación sigue con el problema de incrementar el número de sus asociados. La insistencia de nuestro presidente, sobre todo en las dos últimas Juntas Directivas, para conseguir captar compañeros recién jubilados y para darnos a conocer en Colegios profesionales afines hasta ahora sin representación en nuestra Asociación no ha dado resultados sensibles.
Hecho notable excepcional es la incorporación de una veintena de miembros, perteneciente a la Asociación de Profesionales Titulados de Álava (PROTJUBAL), con su Presidente, José Regalado Moreno, en cabeza, que ha solicitado formalmente integrarse en nuestra Asociación.
En esta situación nada boyante, Manuel Moltó Tamarit, hombre de negocios en captación y ventas, se ofrece con entusiasmo para intentar conseguir rejuvenecer la Asociación. Contará con todo nuestro apoyo. No dudamos de su valía y dedicación en tan empinada empresa. Ánimo, amigo Manolo.
“UNA ARENGA FORMAL”, de Manuel Moltó