miércoles, 16 de enero de 2013

Humor

La crisis de la Sanidad o el apellido incompatible

  La anécdota es conocidísima. Al piso madrileño de Bretón de los Herreros acudían, además de amigos, muchos admiradores suyos y escritores noveles, unos para que les firmara un libro, otros para que les escribiese un prólogo. No era infrecuente que alguno de estos últimos apretase el timbre de la casa de enfrente, y preguntase por don Manuel Bretón, director de la Academia Española. En dicho piso frontero vivía y pasaba consulta un médico apellidado Mata. Cansado éste de tanta llamada inútil, muchas veces a horas intempestivas, puso un cartelito en la puerta con el siguiente pareado burlón: En esta humilde mansión / no vive ningún Bretón.
  Al día siguiente, en la puerta del piso de Bretón de los Herreros, en un cartelón y en letra grande, lucía cuarteta siguiente:
  Vive en esta vecindad / un doctor medio poeta / que al pie de cada receta / pone Mata, y es verdad.
Pues bien, nuestro amigo Pepe Remo ha actualizado estos versos bretonianos, aunque sin ánimo político, simplemente para arrancar una sonrisa a los lectores de BYP:
La hispánica Sanidad / tiene crisis para rato / pues la lleva una Ministra / con recortes sin piedad / que deja en el personal / un sabor bastante ingrato.
Titular de sanidad / la Ministra de quien trato / podrá exponer sus razones /  y económico alegato / mas los tendrá que firmar / con un rotundo “yo, Mato”.

PEPE REMO
(José Regalado Moreno) Médico

El chófer de Dios

  Se cuenta de Benedicto XVI, que tras un viaje en avión y habiendo ya partido la comitiva, el Papa se queda parado junto a su limusina, sin intención de subir a ella. Ante actitud tan inusual, el conductor le dice:
  –Disculpe, Santidad, ¿podría hacer el favor de tomar asiento y así poder partir?
  –Verás, hijo, la verdad es que mientras fui cardenal, nunca en el Vaticano me dejaron conducir, y realmente me gustaría hacerlo hoy.
  –Lo siento, Santo Padre, pero no le puedo dejar conducir. Perdería mi trabajo. ¿Y si nos pasara algo?
  –¿Quién iba a saberlo? Además, podrá haber algo para ti…
  Reacio el chófer se sienta atrás, y el Papa salta al volante. Muy pronto el chófer se arrepiente de su decisión, cuando apenas dejaron el aeropuerto, el pontífice pisa a fondo y la limusina se pone a 180.
  –Por favor, reduzca la velocidad, Su Santidad, suplica el chófer.
  Pero el Papa hunde más el pie, hasta que se escucha la sirena de la policía.
  –Oh, Dios mío, voy a perder mi licencia y mi trabajo…
  El Papa detiene el coche a un lado y baja la ventanilla, mientras el policía se acerca. Apenas el poli echa un vistazo, regresa a su moto y llama por radio:
  –Necesito hablar con el jefe.
  –Jefe, he detenido a una limusina que iba como las balas.
  –Arréstalo.
  –No creo que podamos hacer eso. El tipo es importante.
  –¡Con más razón!
  –No, es que es realmente importante.
  –¿A quién tenemos ahí? ¿Al alcalde?
  –Éste es más…
  –¿Al gobernador?
  –Mmmm… Más aún.
  –¿Quién es el tipo?
  –Creo que es Dios.
  –¿Y por qué piensas que es Dios?
  –¡Porque tiene al Papa por chófer!


 
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