miércoles, 9 de mayo de 2012

Menos sexo y más gramática


Menos sexo y más gramática, amigos, amigas. Eso es lo que nos ha venido a decir y recomendar el joven académico Ignacio Bosque, en un panfleto kilométrico titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, en el que analiza, con rigor magistral, “los usos del lenguaje ajenos a las prácticas comunes de los hispanohablantes”. Es que tenemos la mente o la menta hecha un lío o lía. (Líame, que cantaba la maroma Ana Belén con su maromo Víctor Manuel).

La diatriba –corroborada y apoyada por los numerarios de la Real de la Lengua asistentes a la sesión ordinaria de los jueves– ha dado en diana y, por eso, ha hecho pupa, pupa gorda, entre las feministas y los feministos, las miembras y los miembros  radicales/radicalos, que haberlos haylos y haylas, como las meigas o meigos, quizá más de la cuenta o del cuento, porque nunca quedan contentas/contentos, y se revuelven panza arriba –tuitean con la panza– contra todo/toda tropo, tropa, trapo, tripa que no sea suyo/suya, de ellos/ellas, etcétero, etcétera. Ninguno de esos/esas contestatarios/contestatarias y redactores/redactoras de guías/guíos sexistas o no sexistos, ostenta titulación morfológica o sintáctica alguna: no la/lo consideran necesaria/necesario. ¿O es al revés?

¡Qué desbarajuste, madre, padre, ni yo mismo me entiendo para que usted, lectora/lector, lo entienda! Juego de palabras, vaya, porque esto es un juego o juega, si quieres, moreno, morena, que a mí me importa un pito o, por no pecar de sexo-sexa, pita, que se identifica con gallina. (¡Vivan los genitivos femeninos –no de género sino de generar, crear, procrear–, hombre, hembra, ya está bien!)

Podía seguir hasta la intemerata, pero ¿para qué? Sería arar en el mar. “El mar, la mar… siempre recomenzado o recomenzada”, como escribió el poeta o el poeto, o la poetisa o el poetiso… de una transparencia de cristal juanrramoniana o juanrramoniano. Juez o jueza del lenguaje, ya os veo venir con puñetas.

Me quedo a esperar la nueva tontería que soltéis, acodado en la sabiduría lingüística grecorromana del ilustre castellano Rodríguez  Adrados: “No nos compliquéis  vanamente la vida, que ya está bastante complicada”. ¡Toma Rajoy, que raja!

Coda (o codo): La mayor o menor visibilización de la mujer no reside en el léxico, sino en la conducta machista irredenta del hombre (y la hembra), sin más vainas.
Apuleyo Soto
Profesor y poeta

 
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