Una cincuentena de adictos a balnearios, entre los que había un pequeño número de socios de nuestra asociación, coordinados y dirigidos por Agustín Miguélez, hemos disfrutado en la primera quincena de marzo, con demasiado buen tiempo, de las magníficas instalaciones del hotel-balneario Compostela, situado a diez kilómetros de Santiago.
Sus instalaciones hoteleras son magníficas y, sobre todo, hemos de reconocer que su director-gerente, Don Manuel Bouzas, estuvo siempre pendiente de nosotros desde el momento en que nos recibió, con una interesante y larga presentación, hasta el día de nuestra marcha. Daba la sensación de que el grupo estaba recomendado, y posiblemente así fuera.
Las comidas, empezando por su abundante y escogido desayuno buffet, fueron de excelente calidad pudiendo destacar la no menos excelente cocina, la presentación de sus platos y el servicio esmerado de los camareros. La mariscada, voluntaria y con gran número de participantes, fue muy valorada por los asistentes tanto en los mariscos servidos como en el acompañamiento con un albariño con denominación de origen.
Este cronista quiere destacar de nuestra estancia las vivencias referidas no sólo al balneario sino, también, a los diferentes acontecimientos vividos en esos inolvidables días.
En primer lugar son de destacar las magníficas instalaciones, tanto del hotel como las propias del balneario, donde pudimos disfrutar, de forma voluntaria y libre, de todos los servicios: las bañeras de burbujas, los chorros, el recorrido termal por sus tres piscinas con chorros de masaje y toda clase de burbujas, las dos saunas, la sala de inhalaciones de vapor y las duchas bitérmicas, finalizando en la sala de reposo. Es de destacar la profesionalidad de las señoritas que atendían los diferentes servicios.
Dada la situación del hotel-balneario, las excursiones voluntarias a Santiago, la Costa de la Muerte-Finisterre, Pontevedra, Rías Baixas, pasando por Sanxenxo y Combarro, y La Coruña fueron masivas y pudimos disfrutar de los comentarios de la simpática guía que nos acompañó.
Al estar a tiro de piedra de Santiago, los días que no había salida programada, muchos de los compañeros se fueron a disfrutar de una breve estancia en la capital gallega.
Es de destacar la creatividad del grupo: todos los días se veían algunos compañeros que disfrutaban de un animado chiquiteo por el pueblo, regado de novedosos chascarrillos. Después de la cena se organizaron concursos de pacharán en los que se acordó premiar a los tres concursantes José Luis, Constantino y el que os lo cuenta, con el único premio que se podía dar: el premio de la unanimidad, dada la calidad de los productos. A continuación, las señoras por un lado y los caballeros por otro, disfrutaban de los juegos de la baraja y dominó.
La noche de la despedida, como en años anteriores, pudimos disfrutar de una agradable velada con novedosos chascarrillos, chistes, romances de ciego y poesía, rematándola con la actuación de las artistas de pasarela, con atuendo de albornoz del balneario, engoladas recitadoras de romances, Julietas y Romeos… Finalmente entonaron con ritmo de “oliñas veñen e van” la siguiente canción, cuya letra es obra de nuestra compañera Mary Luz con la colaboración del grupo de artistas:
Hacia Compostela van/ un grupo de jubilados/ (bis) van felices y contentos/ pues son amigos cercanos (bis). Van a bañarse, a relajarse/ y piensan en compartir/ todo lo que les depare/ el incierto porvenir (bis). Al finalizar el viaje/ tienen alguna sorpresa/ (bis) les convoca el director/ y les da una charla extensa (bis).
Todos los temas son comentados/ todo tiene solución…/hora y media hablando solo…/ no tiene comparación (bis). El tema del balneario hemos de comentarlo aparte/ (bis) son unas instalaciones/ demasiado impresionantes (bis). Chorros, bañeras, parafangos/ y vapor para inhalar/ piscinas acojonantes…/ no se puede pedir más (bis). Si a todo ello añadimos/ el despliegue culinario (bis)/ hablamos amigos míos/ de un IMSERSO extraordinario (bis). Por todo ello y, como siempre,/ le decimos a Agustín/ que nos tiene ya dispuestos/ para otro año repetir (bis).
El grupo compacto, como si hubiera sido hecho a medida por el coordinador, volvió contento, sano, andarín, sin goteras y remató el viaje con un agradable paseo por Astorga, con rastrillo incluido, degustando un sabroso cocido maragato en Santiago Millas, con visita de sobremesa al museo maragato de esa localidad. Llegamos a Madrid con cánticos y humor, de donde habíamos salido serios, urbanos y circunspectos, con la esperanza de repetir el año próximo, aunque sin saber dónde.
Jesús Mesanza López