Iglesia sobre el solar de una mancebía
El Carmen
(Calle del Carmen, 10)
Vos; no lo permita / la devoción que vive en sus vecinos (…). / Virgen divina, / como Vos tengáis casa en esta corte / y de ella se destierre la torpeza, / ¿qué importa que me corten la cabeza?”
La comunidad carmelitana logró levantar convento e iglesia. La empobrecedora desamortización, en 1835, derribó el convento, lo convirtió en plaza y recortó el templo. En los años siguientes, se trajeron a esta iglesia obras de la parroquia de San Luis, situada en la calle de La Montera, que iba a ser asolada. La gran portada barroca de la calle de La Salud fue fruto de este traspaso.
En 1936, iconoclastas ignorantes destruyeron los valiosos tesoros que guardaba la iglesia: esculturas, pinturas, ornamentos y archivos. Derribaron con cuerdas la imagen de san Simón Stock que estaba en el camarín del altar mayor, recibiendo de la Virgen del Carmen el escapulario, pero no pudieron derribar la imagen de Nuestra Señora. Volvieron con mulas y cadenas. Las mulas se despatarraron tirando de las cadenas, pero la imagen no se movió. Ante tamaño fracaso, los milicianos decidieron colocar la bandera tricolor en la mano de la Virgen del Carmen y la proclamaron republicana invencible. La imagen se salvó, aunque aparece aún hoy día sin san Simón Stock arrodillado a sus pies.
Se salvaron también la rejería de las capillas, el lienzo de la Santísima Trinidad que corona el retablo del altar mayor y dos cuadros grandes en lo alto de ambos lados del crucero: Elías con espada de fuego frente a los sacerdotes de Baal y Eliseo maldiciendo a los mozalbetes que se burlan de la calva del profeta. Temas bíblicos, sí; aunque poco cristianos. A partir de los años cuarenta, la parroquia del Carmen se ha enriquecido con tallas y cuadros traídos de iglesias desaparecidas y con creaciones de excelentes artistas del siglo pasado.
El recuerdo perenne de un donjuán
Oratorio del Caballero de Gracia
(Calle del Caballero de Gracia, 5)
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El Caballero de Gracia fue un noble italiano residente en el Madrid de Felipe II y Felipe III, de quien se cuenta que vivió 102 años, desde 1517 hasta 1619. Fue un don Juan; con su dinero y atrevimiento logró seducir a varias mujeres hermosas, hasta que una llamada divina le conminó a cambiar de vida.
A partir de entonces, contribuyó con su fortuna a fundar conventos, y se ordenó como sacerdote. Una de sus fundaciones, la de la calle Clavel, primeramente destinada a los clérigos menores de san Francisco Caracciolo, por un enfado con éste, se lo cedió a las concepcionistas franciscanas. Este convento recibió el nombre de Caballero de Gracia. En él surgió la Congregación del Santísimo Sacramento, dedicada a su adoración permanente. En tiempos de Isabel II, fue monja de este convento sor Patrocinio, la de las llagas.
Como el privilegio papal de la adoración perpetua exigía una capilla independiente del convento, con gran retraso, ya en tiempos de Carlos III, en 1786, el arquitecto Juan de Villanueva realizó los primeros planos del oratorio. Lo concibió como un templo pequeño en el que las columnas de granito con capiteles corintios fuesen las protagonistas. La construcción se alargó hasta bien comenzado el siglo siguiente. El Oratorio del Caballero de Gracia es hoy el mejor ejemplo de arquitectura neoclásica religiosa de Madrid. En 1905, cuando se abrió el primer tramo de la Gran Vía, se cerró el ábside con un frontón curvo de piedra labrada.
El crucero del Oratorio es singular por su planta elíptica, con cúpula de gran tambor. Cuatro ventanales iluminan el tabernáculo en donde se expone permanentemente el Santísimo Sacramento. El Cristo de la Agonía del altar mayor es uno de los crucificados más hermosos de la escultura del siglo XVII, talla de Juan Sánchez Barba, El Oratorio encierra otras obras admirables, porque en él no entraron las turbas iconoclastas de 1936.
El monasterio museo
Las Descalzas Reales
(Plaza de las Descalzas Reales, 1)
Monasterio de las Descalzas Reales |
Si los Reyes Católicos se albergaban en el monasterio de los Jerónimos, y no en el alcázar real, cuando pasaban por Madrid, también el emperador Carlos, en 1556, encontró en el monasterio de Yuste la calidez y comodidad impensables en sus fríos palacios.
No es de extrañar que Juana de Austria, hermana de Felipe II y viuda del príncipe Juan de Portugal, tuviera la idea de transformar en monasterio, para retirarse en él, el palacio en el que había nacido. Así pues, ordenó remodelar su palacio al arquitecto Juan Bautista de Toledo y, por consejo de Francisco de Borja, eligió como moradoras del convento a las clarisas de Gandía, cuya abadesa, sor Juana de la Cruz, era hermana del duque. El arquitecto derribó parte del palacio para levantar la iglesia, y Gaspar Becerra decoró los retablos.
La princesa Juana falleció a los 36 años, en 1573. Quedaron en el palacio-monasterio las niñas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, hijas de Felipe II y huérfanas de Isabel de Valois. También la emperatriz María, viuda de Maximiliano II, vino desde Alemania a acogerse a este monasterio con su hija Margarita, de veinte años, y un grupo de jóvenes alemanas que deseaban profesar como monjas (1583). Felipe II, ya gotoso y con cincuenta y cinco años, se enamoró perdidamente de su sobrina Margarita. La joven, horrorizada, profesó antes del año como clarisa, en 1584.
María, como hermana de Felipe II, madre del emperador Rodolfo II, madre también de Isabel, reina de Francia y del archiduque Alberto, gobernador de los Países Bajos, tuvo gran influencia política. Además, legó al monasterio una riquísima colección de objetos artísticos, que su hermana, la princesa Juana, aumentó. Desde entonces, el monasterio se convirtió en un museo excepcional: joyas, pinturas, imágenes, relicarios, tapices, etc. Con decir que La Anunciación de Fra Angélico perteneció al monasterio hasta 1861, fecha en que pasó al Museo del Prado… Y aquí dejaron excelentes obras de su quehacer artístico los mejores pintores y escultores del Renacimiento, desde Pompeyo Leoni a Francisco de Ricci, desde Martínez Montañés a Pedro de Mena, desde Zurbarán a La Roldana y un largo etcétera.
Monasterio e iglesia se pueden visitar con guía, excepto los lunes. Mañanas, a las 10 horas; tardes, a las 16 h. Conviene llegar con media hora de antelación. Precio: 7 euros hasta los 65 años; 4 euros con 65 y más.
Un cuadro de la Inmaculada entre los cascotes de un derribo
Las Carboneras
(Plaza del Conde de Miranda)
Virgen de las Carboneras |
La Carboneras es el convento del Madrid de los Austrias mejor conservado. Se construyó en tiempos de Felipe III. Su fundadora fue Isabel Ramírez de Mendoza, y su hija fue la primera priora de las treinta monjas jerónimas que profesaron el 27 de septiembre de 1605.
El nombre popular de Las Carboneras le viene del cuadro de la Virgen encontrado en una carbonería, entre tablones y cascotes, hoy expuesto en un lateral de la iglesia.
El retablo del templo, renacentista, resulta hermoso en su sobriedad. En el centro, La última Cena, obra de Vicente Carducho, que tiene la originalidad de aparecer en vertical, cuando lo normal es presentarla en sentido apaisado. La rodean valiosas tallas barrocas de Antón Morales: san Miguel y el Ángel de la guarda; san Jerónimo ataviado de cardenal y san Juan Bautista; y, sobre ellas, un Calvario. Entre estas tallas, hay numerosos cuadritos de Carducho. Uno de ellos representa a santa Paula fundadora de las jerónimas. Una hermosa custodia ofrece el Santísimo Sacramento a la adoración perpetua, por privilegio papal.
Son justamente alabados los dulces que estas monjas preparan y venden.
Aurelio F. Labajo
Filosofía y Letras