Estos últimos meses, hemos vivido adheridos a una pegajosa telaraña de dudas, indecisiones y afirmaciones increíbles. No han sido pocos los asociados que nos han preguntado con cierta angustia: ¿Qué va a pasar, en estos tiempos de crisis, con nuestra constante reivindicación contra el malhadado tope de las pensiones? Más aún: ¿Qué va a pasar con nuestras pensiones? ¿Están aseguradas, si aumentan las jubilaciones y disminuyen los trabajadores activos cotizantes?
Voceros del Gobierno hablaron de entrar en los bolsillos y cuentas de los ricos –y sólo de los ricos– para repartir el producto de dicha exacción entre los parados y los pobres. ¿Entraremos nosotros, los jubilados topados, en el grupo de ricos?
¿Se aplicará en adelante el IRPF a las pensiones de los jubilados por incapacidad permanente?
¿Bajarán los impuestos, como en Alemania, o subirán?
Las declaraciones de nuestros mandatarios han sido durante mucho tiempo contradictorias. Desde aquella afirmación rotunda de José Luis Rodríguez Zapatero: “Bajar los impuestos a las rentas del trabajo es una política de izquierdas” (3 de septiembre de 2005), hasta la confirmación de la ministra de Hacienda y segunda vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado: “La subida de impuestos no será temporal y afectará a la clase media” (29 de septiembre de 2009), hubo un largo recorrido de declaraciones ambiguas:
“No se trata de incrementos, sino de actualizaciones en el momento adecuado” (14 de junio de 2009), José Blanco, ministro de Fomento; “No tengo intención de subir impuestos; en todo caso, tomaré medidas moderadas” (25 de junio de 2009), José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno; “Si hay que elevar los tipos impositivos de los que tienen más renta, habrá que hacerlo” (19 de agosto de 2009), José Blanco; “La reforma fiscal será limitada y temporal, respetando las empresas y el trabajo” (28 de agosto de 2009), José Luis Rodríguez Zapatero; “Subir los impuestos no es una improvisación, el Gobierno no improvisa, gobierna” (1 de septiembre de 2009), José Luis Rodríguez Zapatero; “El Gobierno ha podido dar imagen de improvisación con los 420 euros” (4 de septiembre de 2009), Celestino Corbacho, ministro de Trabajo; “Haremos una subida de fiscalidad moderada, prudente y limitada” (9 de septiembre de 2009), María Teresa de la Vega, vicepresidenta primera.
¿Para qué seguir?
Sólo el paso del tiempo va despejando algunas interrogaciones:
El llamado Pacto de Toledo, en el que todavía no figura ninguna representación de los pensionistas, dejó vigente el malhadado tope.
Aunque los ingresos por cuotas caerán en más de cinco mil millones, la Seguridad Social será la única Administración que registrará superávit, un 0,2% del PIB.
Las pensiones subirán un 1%, salvo las mínimas, que lo harán entre un 2 y un 5 %. Y como en otras ocasiones, no se aplicará ese 1% a las pensiones recortadas por el tope.
Al final, seremos nosotros, la clase media a la que pertenecemos los jubilados topados, los más castigados por la subida fiscal del IVA y por rentas del capital, como mínimo en un 2%.
A pesar de todo, ánimo. Y esperemos vivir tiempos mejores.