lunes, 29 de abril de 2013

HUMOR 110

De las Hojas Parroquiales

Estimadas señoras: No se olviden de la venta de beneficencia. Es una buena ocasión para liberarse de aquellas cosas inútiles que estorban en casa. Traigan a sus maridos.
Tema de la catequesis de hoy: “Jesús camina sobre las aguas”. Catequesis de mañana: “En búsqueda de Jesús”
El coro de mayores de 60 años se suspenderá durante todo el verano, con el agradecimiento de toda la parroquia.
Recuerden en la oración a todos aquellos que están cansados y desesperados de nuestra parroquia.
El torneo interparroquial de baloncesto continúa con el partido del miércoles próximo. Venid a aplaudirnos. Trataremos de derrotar a Cristo Rey.
El precio para participar en el cursillo de “oración y ayuno” incluye también las comidas.
Por favor, pongan sus limosnas en el sobre, junto con los difuntos que deseen que recordemos en la oración.
El párroco encenderá su vela en el cirio pascual. Luego, el diácono encenderá la suya en la del párroco. Y luego encenderán los dos a todos los fieles de la primera fila.
El próximo martes por la noche, tendremos una cena a base de alubias en el salón parroquial. A continuación, tendrá lugar el concierto.

Humor curativo

• Buen remedio:
–Doctor, no sé qué tengo.
–Pues tómese estas pastillas que no sé para que sirven.
• Entrevista:
El periodista, en un congreso médico importante, pregunta a un cirujano notable:
–Doctor, ¿a qué edad realizó la primera operación?
–A los seis años.
–¡Qué precocidad! ¿Y qué operación fue?
–Si mal no recuerdo fue una suma con dos cantidades.
• Descarado:
–Doctor, vengo a que me examine los pechos. 
El doctor los examina con atención, y da la nota entusiasmado:
–¿Sobresalientes! ¡Sobresalientes!
• Generoso: 
–Doctor, tengo paperas. 
–Bueno, pues tome cinco euros y ya tiene “pa” plátanos.

Humor británico

Sherlock Holmes y Watson se fueron a pasar un día de acampada. Tras una cena regada con buen vino, se acostaron en sus sacos de dormir. Horas más tarde, Holmes se despertó y llamó con el codo a su fiel amigo.
-Watson, mira al cielo y dime qué ves… ¿Qué indican esas estrellas? 
Watson pensó unos minutos y queriendo impresionar con sus dotes deductivas a  su compañero, dijo:
-Desde el punto de vista astronómico, indican que existen millones de galaxias y, por tanto, billones de planetas. Astrológicamente, que Saturno está en conjunción con Leo. Cronológicamente, que son aproximadamente las tres y cuarto de la madrugada. Teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso y nosotros, pequeños e insignificantes. Meteorológicamente, intuyo de mañana tendremos un día hermoso y soleado… ¿Y a usted qué le indica, mi querido Holmes? 
-Que cada día, Watson, es usted más gilipollas. ¡Que nos han robado la tienda de campaña!

Sagacidad deductiva

Un caballero que va en su coche se percata que va perdido. Maniobra y pregunta a un señor elegante que camina por la acera:
–Disculpe, ¿podría ayudarme? He quedado a las 2 de la tarde con un amigo; llevo media hora de retraso y no sé en dónde me encuentro.
–Claro que sí. Usted se encuentra en un coche, a unos 7 kilómetros del centro de la ciudad, entre 40 y 42 grados de latitud Norte y 58 y 60 de longitud Oeste.
–Es usted funcionario, ¿verdad? –pregunta el del coche.
–Sí señor, lo soy. ¿Cómo lo ha adivinado?
–Muy sencillo: porque todo lo que me ha dicho es técnicamente correcto, pero prácticamente inútil. Continúo perdido, llegaré tarde y no sé qué hacer con su información. 
–Usted es político ¿verdad? -pregunta el peatón.
–En efecto –responde orgulloso el del coche–. ¿Cómo lo ha sabido?
–Porque no sabe en dónde está, ni hacia dónde se dirige; ha hecho una promesa que no puede cumplir y espera que otro le resuelva el problema. De hecho se encuentra usted en la misma situación en que estaba antes de preguntarme. Pero ahora, por alguna extraña razón, parecerá que la culpa es mía.

No tuve valor… ni ganas

Cansada y quieta, aunque lustrosa y henchida, ofrecías a la luz tu perfil moreno de verde luna.
¡Con qué dolor intuía hincados sobre ti los pinchazos de tu fatal destino!
¡Cuántas estocadas alcanzarían tu torso brillante, mientras tú, vestal sin velos, danzabas!
Si oferente, te acercabas sumisa, pronto, temible diosa, huías esquiva.
Pero… se rindieron los mil pares de ojos que te miraban con gula y…¡te dejaron sola!
Y entonces… cuando ya podías ser totalmente mía, entonces  ¡misteriosa veleta del deseo! ¡tiré   mi estoque al plato de la arena!
Y alguien, contento por mi desdén, alargó su mano y te llevó, gozoso, a su boca lasciva; porque yo, ya… ¡no tuve valor… ni ganas!
¡Pobre aceituna solitaria, la última  en  el plato!, ¡morena de verde luna!

 
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